29-03-2024 02:50 PM Tiempo de Jerusalén

¿Será Irán la nueva China?

¿Será Irán la nueva China?

Si Irán adopta un proyecto de desarrollo a la china, esto podría otorgar un peso considerable a su estatus geopolítico en la región de Oriente Medio y el Golfo Pérsico y el mundo...

Si Irán adopta un proyecto de desarrollo a la china, esto podría otorgar un peso considerable a su estatus geopolítico en la región de Oriente Medio y el Golfo Pérsico y el mundo, afirma el periodista y experto Pepe Escobar.

El 23 de enero, el presidente chino Xi Jinping, visitó Teherán y se entrevistó allí con los dirigentes iraníes, incluyendo el Líder Supremo, Sayyed Ali Jamenei, y el presidente, Hassan Rohani. Xi firmó un acuerdo de asociación estratégica entre China e Irán.

Las dos naciones firmaron un importante acuerdo que prevé elevar el intercambio comercial mutuo hasta los 600.000 millones de dólares en el plazo de diez años. Desde el punto de vista geoestratégico, se trata de un golpe maestro.

Pekín no ve a Irán sólo como un país de Oriente Medio sino también de Eurasia y como una pieza fundamental para contrarrestar el giro del que Washington tanto habla hacia Asia, donde EEUU intenta mantener una hegemonía naval y geoestratégica. En este sentido, no es extraño que Xi precisara que Irán debería ser aceptado este año como miembro de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), un grupo al que pertenecen China, Rusia, India, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán, Uzbekistán y Pakistán. Irán, Mongolia, Bielorrusia y Afganistán son estados observadores.

Se trata del mayor bloque geopolítico del mundo y su creación buscó -y logró- frenar los intentos de EEUU para extender su hegemonía por Eurasia.

La asociación estratégica significa que Pekín apoyará plenamente el desarrollo político y económico de Irán y a la diplomacia iraní en el arco que va desde el Golfo Pérsico al Mar Caspio, y más allá. Este arco incluye rutas marítimas y terrestres que se conocen con el nombre de la Nueva Ruta de la Seda y que poseen una importancia vital para la proyección mundial de China, tal y como la concibe Xi.

Poco después, Rohani fue a Roma y recibió una cálida bienvenida de parte del Papa Francisco, tras haber concluido una serie de contratos con Italia por valor de 17.000 millones de dólares.

Esto fue seguido por una visita del presidente iraní a Francia y por el viaje de una importante delegación política y económica alemana a Teherán. Todo esto ha puesto fin a la demonización de Irán por parte de Occidente y ha sentado las bases para el desarrollo económico rápido del país persa en todos los campos.

Toda esta actividad frenética tras las sanciones muestra lo absurdo de la crisis nuclear iraní fabricada por Washington y sus vanos intentos de ignorar a una nación situada en la intersección de los mundos árabe, turco, indio y ruso, y que une Oriente Medio, el Cáucaso, el Golfo Pérsico, el Asia Central y el Subcontinente Indio, y que linda con las aguas del Golfo Pérsico, el Mar de Omán y el Mar Caspio y está cerca relativamente del Mediterráneo y el Océano Índico.

Xi no tenía necesidad de hablar explícitamente de política en Teherán: le basó firmar contratos para apoyar sus argumentos. La tendencia a largo plazo es la materialización de la visión china acerca de un Cinturón terrestre y una Ruta marítima que aseguren los objetivos económicos y energéticos de Pekín y que sirvan para eliminar los obstáculos que se oponen al liderazgo ruso-china en Eurasia y oponerse a los intentos anglo-norteamericanos de crear una hegemonía en la principal masa terrestre del planeta.